Krishnamurti y la meditación
La
meditación no consiste en seguir sistema alguno, en imitar y repetir
constantemente.
La meditación no es concentración. Esta es la práctica
más estúpida y desagradable que cualquier escolar puede seguir sólo
porque se le impone. Eso significa que usted está librando
continuamente una batalla: insistiendo por un lado en que debe
concentrarse, y por otro su mente está divagando en todo género de
cosas. Al contrario, usted debe estar atento a cualquier movimiento
de la mente por donde quiera que vague. Cuando su mente se distrae es
porque está interesada en otra cosa.
La
meditación requiere una mente asombrosamente alerta.
Meditar es
comprender la totalidad de la vida, en que ha cesado toda forma de
fragmentación.
La meditación no es el control del pensamiento,
porque si éste se controla, engendra conflicto en la mente.
La
meditación consiste en darse cuenta de cada pensamiento y de cada
sentimiento, sin decir nunca que está bien o mal, sino sólo
observarlo y moverse con él.
La meditación es un estado de la mente que
mira todas las cosas con atención completa, totalmente, no sólo en
partes. Y nadie puede enseñarle cómo estar atento. Si lo aprende de
algún sistema, usted estará atento al sistema, pero eso no es
atención.
La meditación es una de las artes más admirables de la
vida, quizás la más grande, y no es posible aprenderla de nadie; en
eso consiste su belleza. No tiene técnica y, por lo tanto, tampoco
autoridad. Cuando usted aprende a conocerse, se observa, observa su
forma de caminar, de comer, de hablar, la murmuración, el odio, los
celos; si se da cuenta de todo esto que ocurre dentro de usted mismo,
sin elección alguna, está llevando a cabo parte de la meditación.
Así,
pues, la meditación puede realizarse mientras viaja en autobús, o
cuando camina por los bosques llenos de luces y sombras, o escucha el
canto de los pájaros, o mira el rostro de su esposa o hijo.
Cuando
se comprende la meditación, hay amor, y el amor no es producto de
sistemas, de hábitos, de método alguno. El amor no puede ser
cultivado por el pensamiento. El amor puede tal vez nacer del pleno
silencio, un silencio en que el meditador está ausente por completo.
Y la mente sólo puede estar silenciosa cuando comprende su propio
movimiento como pensamiento y emoción. Para comprender este
movimiento no se le debe condenar mientras se observa. Observar de
esta manera es disciplina, y esa clase de disciplina es libre,
fluida, no es la disciplina de la conformidad.
Libérese del pasado
Jiddu Khrisnamurti