lunes, 20 de agosto de 2012

Krishnamurti y la meditación

Krishnamurti y la meditación

   La meditación no consiste en seguir sistema alguno, en imitar y repetir constantemente. 

La meditación no es concentración. Esta es la práctica más estúpida y desagradable que cualquier escolar puede seguir sólo porque se le impone. Eso significa que usted está librando continuamente una batalla: insistiendo por un lado en que debe concentrarse, y por otro su mente está divagando en todo género de cosas. Al contrario, usted debe estar atento a cualquier movimiento de la mente por donde quiera que vague. Cuando su mente se distrae es porque está interesada en otra cosa.

La meditación requiere una mente asombrosamente alerta. 

Meditar es comprender la totalidad de la vida, en que ha cesado toda forma de fragmentación. 

La meditación no es el control del pensamiento, porque si éste se controla, engendra conflicto en la mente.

La meditación consiste en darse cuenta de cada pensamiento y de cada sentimiento, sin decir nunca que está bien o mal, sino sólo observarlo y moverse con él. 

La meditación es un estado de la mente que mira todas las cosas con atención completa, totalmente, no sólo en partes. Y nadie puede enseñarle cómo estar atento. Si lo aprende de algún sistema, usted estará atento al sistema, pero eso no es atención. 

La meditación es una de las artes más admirables de la vida, quizás la más grande, y no es posible aprenderla de nadie; en eso consiste su belleza. No tiene técnica y, por lo tanto, tampoco autoridad. Cuando usted aprende a conocerse, se observa, observa su forma de caminar, de comer, de hablar, la murmuración, el odio, los celos; si se da cuenta de todo esto que ocurre dentro de usted mismo, sin elección alguna, está llevando a cabo parte de la meditación.

Así, pues, la meditación puede realizarse mientras viaja en autobús, o cuando camina por los bosques llenos de luces y sombras, o escucha el canto de los pájaros, o mira el rostro de su esposa o hijo.

Cuando se comprende la meditación, hay amor, y el amor no es producto de sistemas, de hábitos, de método alguno. El amor no puede ser cultivado por el pensamiento. El amor puede tal vez nacer del pleno silencio, un silencio en que el meditador está ausente por completo. Y la mente sólo puede estar silenciosa cuando comprende su propio movimiento como pensamiento y emoción. Para comprender este movimiento no se le debe condenar mientras se observa. Observar de esta manera es disciplina, y esa clase de disciplina es libre, fluida, no es la disciplina de la conformidad.

Libérese del pasado
Jiddu Khrisnamurti

No hay comentarios:

Publicar un comentario